Pequeñita y redonda, con una expresión dulce de sorpresa, esta máscara de origen francés fue la más usada por las mujeres en Venecia. Un curioso acto de sumisión voluntario que, como habladoras natas, no somos capaces de comprender ya que esta máscara se sujetaba mordiéndola.
Como somos partidarias de abolir tradiciones incongruentes con nuestro tiempo, hemos cambiado esa borla por cintas para hacerla más cómoda y el clásico terciopelo negro por temas más modernos y originales. Eso sí, conservando la esencia centenaria de esta máscara en productos completamente hechos a mano, perfectos para cualquier fiesta.