Encontrada en Saqqara y perteneciente al periodo tardío, entre los siglos VI y II A.C., esta estatua de 42 cm de alto y 13 de ancho representa a la diosa egipcia Bastet, protectora del hogar, deidad de la armonía y la felicidad. Es una diosa pacífica pero, cuando se enfada, se transforma en una mujer con cabeza de leona, asimilándose a la diosa Sejmet y, algunas veces, es mucho más violenta que ésta. Al igual que el animal totémico que la representa, Bastet era una diosa impredecible que podía mostrarse tierna o feroz en cualquier momento.
El cuerpo metálico del gato está hecho de bronce y fue moldeado a la cera perdida. La cola tiene franjas de otro metal, para que parezca a rayas. No se sabe muy bien cómo era realmente, posiblemente pintada a colores, como todo lo egipcio. Cuando la compró, Gayer-Anderson la restauró (no sería la primera ni última vez) y la pintó de verde Brunswik, un pigmento muy usado en los años 30. Además, los ojos seguramente tenían incrustadas piedras o cristales y de los agujeros de orejas y nariz colgaban otros pendientes.