El protocolo asociado al uso de sombreros es largo y complejo.
Como norma general los caballeros han de descubrirse al entrar a un espacio cerrado, en presencia de cualquier persona de rango superior y por supuesto siempre que se dirija o haya presente una dama.
Para que no se cayeran y fueran cómodos de llevar, los monóculos se fabricaban a medida. Su elevado precio y el aire de inteligencia que aportaban los convirtieron en uno de los accesorios más de moda entre los caballeros de postin.
Existían tres tipos. Los que eran una simple lente con un agujero para sujetarlos a una cadena, los que tenían un armazón simple (generalmente de hueso o metal) y finalmente los más sofisticados que tenían una extensión denominada galería que alejaba ligeramente la lente del ojo para que no chocaran las pestañas.