El origen de la máscara de Bauta

Siguiendo con nuestro repaso por la historia de las máscaras venecianas hoy le toca el turno a uno de los modelos más importantes de todos los que, con más o menos gracia, se usaron por las calles y salones de la Serenísima República de Venecia. Aunque muchos la conocen como la máscara de Casanova o la máscara esa de la cara plana, su nombre real es Bauta.
¿Cómo no iba a ser vista con buenos ojos si por la noche te permitía vivir la vida alegre y por la mañana denunciar a la bruja de tu vecina sin miedo de acabar haciéndole compañía en la hoguera?
Lo que sucedió con esta máscara fue algo con lo que todo diseñador sueña pero que pocos consiguen: que gustara tanto que todo el mundo quisiera una. Ninguna clase social era inmune a sus encantos. Príncipes que por unas horas podían hacerse pasar por ciudadanos anónimos; pobres que, irreconocibles bajo una capa, alternaban con la flor y nata de la alta sociedad; y damas que, una vez escondidos sus encantos, disfrutaban a sus anchas de placeres normalmente reservados a los hombres. Ricos, pobres, miembros de la Inquisición (a los que en Venecia no debía de faltar trabajo) y mujeres de toda clase, iguales y protegidos de la ley y sus represalias y sobre todo de las habladurías. ¿Cómo no iba a ser vista con buenos ojos si por la noche te permitía vivir la vida alegre y por la mañana denunciar a la bruja de tu vecina sin miedo de acabar haciéndole compañía en la hoguera?
Como todas sus hermanas, la máscara de Bauta tenía la función de hacer irreconocible a quien la llevaba ya que su uso exigía de acompañarla de capa y sombrero, pero lejos de ser un artículo reservado a las fiestas su uso formaba parte del día a día de la ciudad y lo más curioso de todo es que su uso era obligatorio en ciertas ocasiones.
La historia de la máscara de Bauta
Heath Ledger contribuyó enormemente a su popularidad al lucirla en la peli Casanova, pero existen referencias escritas de su existencia ya desde el siglo XIII. Su gran momento, cuando prácticamente todo el mundo la usaba, le llego durante los siglos XVII y XVIII; así que sí, es más que probable que el Casanova real (que nació en 1725) la usara en más de una ocasión.
Giacomo Casanova no era ni de lejos la mitad de guapo o sexi que Heath Ledger pero reconozcamos, algo debía hacer bien para conseguir que 131 damas acabaran compartiendo su cama, la mayoría de ellas durante algunos meses.

Retrato Casanova Raphael Meigs
No se conoce a ciencia cierta de dónde le viene el nombre. Existen muchas y variadas teorías en las que estudiosos de la discuten sobre su etimología pero las más extendidas son tres.
Hay quien cree que deriva de la palabra alemana Behüten (proteger, preservar o defender). No os llevéis a engaños, la Bauta no era el Batman de la época (bueno, éste sí), ni patrullaba incansable las húmedas calles de Venecia al rescate de damiselas en apuros, lo único que protegía la máscara era la identidad del caballero poniéndolo a salvo de apuro de ser descubierto en la calle con una dama posiblemente bastante húmeda.
La otra teoría es que el nombre deriva de las palabras bacucco o baucco que derivaban del nombre del profeta Habacuc y que italiano hace referencia a la senectud y a cobijarse tras capas y capas de ropa. Sería irónico que el nombre de un señor que dedicó su vida a difundir la palabra de Dios terminara amparando las impías costumbre venecianas.
Por último, la teoría que más nos convence. Son muchos los que creen que el nombre viene de la palabra bao bao o simplemente bao. Versión italiana del hombre del saco, con el que las madres atemorizaban a sus hijos para que se fueran a dormir tempranito y dejaran de fastidiar. Menudo susto despertarse a media noche y descubrir a mamá entre los brazos del Baobao.
¿Cuándo se usaba la bauta?
Para quienes procedemos de países donde las máscaras han estado reservadas a las celebraciones del carnaval y poco más, se nos hace extraño imaginar a la gente con una máscara por la calle, pero conviene recordar que en el resto de Europa era habitual esconderse tras una capa y un sombrero; los venecianos simplemente tenían más estilo.
Las prohibiciones y revisiones de las leyes se fueron sucediendo hasta la llegada de Napoleón, que definitivamente cerró el chiringuito y prohibió las máscaras para siempre jamás. Por norma general se permitía el uso de máscaras por la calle (las fiestas privadas eran otra cosa) desde el inicio del carnaval hasta el día de San Marcos (25 de abril) y excepcionalmente en el día de la Ascensión y durante las elecciones del Dogo (máxima autoridad de la República) y de los magistrados.
También se podían llevar cuando se acudía a hacer una denuncia a la Santa Inquisición, que en Venecia llevaba al extremo proteger la identidad del denunciante.
Pero lo más asombroso es que hubiera situaciones en que era obligatorio el uso de la Bauta.
Este era el caso de los magistrados cuando se tomaban ciertas decisiones de gran importancia política, no porque quisieran esconder su cara de los periodistas y sus preguntas inshhidiosas sino para mantener la limpieza del proceso democrático y permitir votar a todos los participantes sin miedo a que hiciera trampa el que contaba los papelitos.
Más curioso es el caso de las mujeres y el teatro, donde las casadas estaban obligadas a cubrir su rostro para asistir a las representaciones. Las chicas casaderas podían acudir a cara descubierta suponemos que porque así era más fácil evitar que se equivocaran de palco y terminaran en uno que no era el suyo.

Pietro Longui
Il Ridotto en Venice
¿Cómo viste un Bauta?
Ya hemos dicho que la Bauta era mucho más que una simple máscara: estas son las partes que componían el disfraz:
La máscara
La forma tan marcada de los ojos y la nariz suele inducir al error de que se trataba de una máscara de hombre aunque como ya hemos dicho no era así.
Pero lo que más llama la atención y caracteriza a la máscara es la ausencia de boca sustituida por esa especie de pico cuya misión principal era permitir comer e incluso beber sin necesidad de quitársela y lo más importante: hablar poniendo voces.
Se fabricaban en varios materiales: cuero, terciopelo y por supuesto con la técnica de la cartapesta, en función del poder adquisitivo del ciudadano en cuestión. Con el paso de los años los modelos se han ido haciendo cada vez más recargados y coloridos pero originariamente eran invariablemente blancas o negras y sin ningún tipo de adorno.
La capa
Podía ser de color negro o rojo y se fabricaba en terciopelo o satén. Era bastante ancha y cubría hasta los pies. Además de la ropa, la capa también se prestaba a esconder, no siempre con buenas intenciones, alguna que otra espada.
El Zendale
Era algo así como una mantilla adornada con volantes y flecos que cubría desde la cabeza hasta la debajo de los hombros. Su función era tapar los laterales de la máscara para que tampoco por ellos se pudiera distinguir a quién la llevaba. Originariamente eran de color blanco, rojo o azul oscuro de raso o encaje.
El sombrero de 3 picos
El tricornio era la pieza que completaba a la bauta.
La máscara en la actualidad
Hoy en día es una máscara muy reproducida, casi siempre con volutas o un aspecto rugoso. Algunos mascareros les dan textura de libro antiguo. Y nosotras…. bueno, nosotras les hacemos de todo a estas máscaras.
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